Si Eva hubiera escrito el Génesis
¿cómo sería la primera noche de amor del género humano?
Eva hubiera puesto algunos puntos sobre las ies
quizás, digo yo, no sé
hubiera aclarado que ella no nació de ninguna costilla
que no conoció a ninguna serpiente
que no ofreció nunca ninguna manzana a nadie
y que nadie le dijo "parirás con dolor y tu marido te dominará"
y que todo eso, diría Eva, no son más que calumnias
que Adán contó a la prensa.

E. Galeano

lunes, 28 de febrero de 2011

Encuentro del tercer tipo en el subsuelo

por El Cuarto de Tula


Es mediodía en Caracas. A pesar de la hora, hoy el metro no está tan repleto, y consigo sentarme un ratico. Tuve que madrugar, y de una me quedo media dormida. Al abrir los ojos nuevamente, me tranquiliza ver que no me pasé de la estación en donde tengo que bajarme, y sigo ahí sentada y relajada. Miro de reojo a mi lado, y sin poder distinguir el rostro de la persona que está sentada cerca mío, la mirada se me cae en unos cuadernos y hojas escritas que anda cargando. ¡Admito ser una metida! Pues inevitablemente me pongo a leer la hoja que está por encima de todas. Y leo: “ No somos MACHOS y reprobamos esa forma de serlo, esa que te obliga a agarrarte las bolas, sin saber por qué, pero lo que sí se sabe es que así se pretende demostrar que eres HOMBRE y por serlo estamos condenados a la mutilación sentimental: a no llorar, ni reir en fotos, ni abrazar a un pana, mucho menos decirle “te quiero” en público.” ¡Epa! Pienso yo. ¿Y eso? Lo primero que hago es pellizcarme el brazo para ver si estoy soñando. Pero no, parece que estoy bien despierta, porque el pellizco me duele. Luego pienso: ¡estoy sentada al lado de un marciano! Y lo miro, aunque sea de reojo, claro, no sea que el marciano se vaya a molestar con tanta desfachadez. Y también, admito, lo miro de reojo llena de curiosidad: ¿cómo serán esos marcianos? ¿será que de veras son verdes como se les pinta? ¿O serán tiernos así como lo era E.T.?
Pero con mi gran asombro veo que al lado mío está sentado un muchacho como cualquiera. No es verde, ni se parece a E.T., más bien se parece al hijo de mi vecina. Ya dije que soy una metida, así que sin pelos en la lengua lo miro, indico la hoja y le pregunto: ¿qué es eso?
Ahora me va a decir: “y a tí qué te importa!”, pienso yo. Pero no, el muchacho me mira y muy amablemente empieza a explicarme.
“Es un manifiesto. Somos hombres que decimos ¡YA BASTA DE MACHISMO! Porque en realidad eso nos oprime a nosotros también, oprime nuestras emociones y nos obliga a oprimir a nuestras compañeras. Nos enseñan desde pequeños a no mostrar nuestros sentimientos, en eso sentido nos mutilan. Y nosotros somos hombres comunes y corrientes de esta ciudad, de este país, que estamos sensibilizados con el tema de las luchas feministas y con el tema de las luchas populares. Participamos todos en este proceso revolucionario porque creemos que hay que construir un mundo más justo, y esto se puede lograr sólo si también hacemos una revolución interior. ¡No podemos ser revolucionarios en la calle si no lo somos en la casa y en la cama y por dentro de nosotros mismos! Queremos construir una nueva manera de ser hombres, que no sea el ser macho. Queremos bajarnos del pedestal para caminar codo a codo con nuestras compañeras, respetándolas y respetándonos entre nosotros también. Porque entre hombres también hay relaciones muy violentas: nos enseñan que tenemos que ser el más macho de toda la manada, el más duro y el más malo. Pero nosotros no creemos en eso.”
“¡Ohhh!” Digo yo. Y le pregunto: “Qué pueden hacer los demás compañeros que sienten las mismas inquietudes y quieren aportar?”
“Cada día más personas se integran a nuestro grupo, y aportan, incluso con críticas y cuestionamientos, también a través de nuestro blog:colsinverguenza.blogspot.com Nos llamamos así porque no tenemos verguenza en decir que no queremos ser machos, ni machistas. Y no somos extraterrestres, somos seres humanos, estudiantes, trabajadores, panas, que también salen y se divierten, tenemos compañera o compañero y vivimos nuestra vida como todo el mundo.”
Al escuchar estas palabras, me emociono y me doy cuenta que tengo una sonrisa de oreja a oreja. “Los quieroooooooo!!!!!!!!” le digo, mientras le doy un gran abrazo. “¡Que importante lo que están haciendo!” y ya no importa que me pasé de la estación en donde tenía que bajarme.