Si Eva hubiera escrito el Génesis
¿cómo sería la primera noche de amor del género humano?
Eva hubiera puesto algunos puntos sobre las ies
quizás, digo yo, no sé
hubiera aclarado que ella no nació de ninguna costilla
que no conoció a ninguna serpiente
que no ofreció nunca ninguna manzana a nadie
y que nadie le dijo "parirás con dolor y tu marido te dominará"
y que todo eso, diría Eva, no son más que calumnias
que Adán contó a la prensa.

E. Galeano

miércoles, 12 de mayo de 2010

TORTURAS DE UNA PARTURIENTA

por El Cuarto de Tula

Si no te atendieron por tiempo y pariste en el piso de la sala de espera.
Si sentiste que se olvidaron de ti. Si te trataron con rudeza. Si te trataron como si estuviera enferma.
Si te obligaron a llevar adelante un embarazo que no deseabas. Si, por culpa de otros, no pudiste llevar adelante el embarazo que deseabas.
Si te rebotaron de un hospital a otro. Si querías caminar y no te dejaron.
Si te trataron “como a una ignorante” por ser primeriza.
Si no pudiste parir en un lugar íntimo y acogedor.
Si tu cuerpo fue ultrajado y maltratado. Si tuviste que someterte a tactos y tactos y tactos y tactos frente a gente que no conocías o por parte de los estudiantes de medicina que pasaban por ahí.
Si no te dejaron estar acompañada por tu pareja, tu madre o quién tu necesitabas.
Si te mandaron callar y no te dejaron expresar el dolor que sentías, “pues cuándo lo hacías no te quejaste” y “ya que te gustó lo dulce, aguántate lo amargo”.
Si te rasuraron sin consultarte ni avisarte.
Si no te sentiste la protagonista principal de tu parto. Si te lo hicieron volver una pesadilla.
Si te suministraron Pitosín para acelerar el parto sin informarte y sin tu consentimiento.
Si te obligaron a parir acostada, con las piernas levantadas, cuándo hubieras podido parir de pié, que es la posición más natural (a lo que tú te habías preparado).
Si te practicaron la cesárea sin tu consentimiento.
Si te practicaron la cesárea sin real necesidad. Si no te practicaron la cesárea cuando había real necesidad.
Si te esterilizaron sin informarte y sin tu consentimiento.
Si pinzaron el cordón umbilical inmediatamente tras el nacimiento del bebé.
Si se llevaron tu bebé recién nacid@, negándote la posibilidad de poderl@ cargar y amamantar, sin ninguna justificación.
Si, después de haber parido, te metieron a compartir la cama con otra mujer.
Si te dejaron pasar frío.
Si tu bebé murió por negligencia médica. Si tú te moriste por negligencia médica.

Parece material para un guión de una película del horror, pero no es nada ficción: a estos y otros malos tratos están sometidas muchísimas mujeres, todos los días. Y el que debería ser un día mágico de conexión profunda con la vida te lo hacen volver una pesadilla. No se trata de casos aislados ni excepcionales: todos estos son cuentos que hemos escuchado de amigas, vecinas, hermanas, o que hemos vivido en carne propia. Hay responsabilidades institucionales y de los médicos y de políticas públicas. La Ley Orgánica sobre el Derecho de la Mujer a una Vida Libre de Violencia reconoce la existencia de la violencia obstétrica (y ginecológica, e institucional): es un gran logro, fruto de un parto colectivo de miles de mujeres. Pero como siempre, hay que arremangarse la camisa y volver realidad lo que está en el papel: toda mujer tiene derecho a un parto respetado.

sábado, 8 de mayo de 2010

GÉNERO Y MOVIMIENTOS POPULARES: LA EXPERIENCIA DEL FRENTE NACIONAL CAMPESINO EZEQUIEL ZAMORA.

por Ilaria Arienta

La necesidad de garantizar la equidad de género en los procesos organizativos y productivos de la sociedad que queremos es una inquietud que está empezando a ser tomada cada vez más en cuenta por movimientos y organizaciones populares a nivel latinoamericano, a partir de la constatación que para alcanzar una sociedad más justa es indispensable luchar en contra de la cultura patriarcal y machista que discrimina a la mitad de la población, incluso en el seno de los mismos movimientos revolucionarios.
Hay movimientos y organizaciones populares que ya están desarrollando el trabajo de género, y un ejemplo en Venezuela es el de las mujeres del Frente Nacional Campesino Ezequiel Zamora (FNCEZ), quienes con este objetivo están realizando encuentros, reuniones, talleres y otras actividades, desde hace cinco años.
Generalmente, cuando pensamos al movimiento campesino organizado, la primera imagen que nos sale a la mente es la figura de varios hombres empuñando instrumentos para trabajar la tierra. Sin embargo, la lucha del campo también es mujer: prueba de eso las muchísimas mujeres que, a nivel mundial, integran las filas del movimiento campesino. No obstante la presencia y la participación de las mujeres en el FNCEZ sea bien significativa, las campesinas han sido por mucho tiempo invisibles, incluso a los ojos de sus propios compañeros de lucha. Hasta que las mismas mujeres empezaron a cuestionar la situación.
Su reto es construir un feminismo campesino, desde la realidad las mujeres campesinas. De eso (además de una mayor participación en los espacios de tomas de decisión) tratan justamente sus reivindicaciones: por ejemplo, que se haga efectivo el artículo 14 de la Ley de Tierras (que plantea que las mujeres cabeza de hogar deberían tener prioridad en la distribución de tierras, además de contar con un subsidio pre y post parto, igual que cualquier otra trabajadora) y que se haga realidad la intervención por parte del Estado en los casos de mujeres víctimas del sicariato contratado por los terratenientes. A esto se suman también las reivindicaciones generales de la lucha campesina, que para las mujeres son aún más difíciles de alcanzar: como por ejemplo el acceso a tierras (a nivel mundial las mujeres son las que más cultivan la tierra, pero solamente un 1% de la propiedad de la tierra en el mundo pertenece a las mujeres. Y en Venezuela la situación no es muy diferente) y el acceso a créditos y a todos los medios para la producción (acceso que sigue siendo más restrictivo para las mujeres).
En conjunto con otros movimientos y colectivos, las mujeres del FNCEZ organizaron el Primer Campamento Latinoamericano de Mujeres de Movimientos Populares, que tuvo lugar en noviembre de 2009 en el Estado Vargas y en el cual participaron alrededor de 300 mujeres de diferentes organizaciones y colectivos de Venezuela y Latinoamérica.
Yolanda, una compañera del FNCEZ, nos cuenta la experiencia del trabajo de género adentro de la organización.
¿Cuál es la participación de las mujeres en el Frente Nacional Campesino Ezequiel Zamora?
Además de una participación muy importante en la producción agrícola, hay una participación fundamental en los procesos organizativos: en los Consejos Comunales, en los Fundos Zamoranos, en las cooperativas. Las mujeres son las que están llevando la batuta de los procesos. Incluso, las mujeres vienen haciendo un papel muy importante en la ocupación de tierras, y han sido víctimas de los terratenientes y de los sicarios contratados por éstos. Aunque hasta el momento no ha sido asesinada ninguna compañera, sí hay huérfanas y viudas, y varias han sido violadas por estos sicarios en los procesos de ocupación de tierras. Todo esto es completamente invisibilizado: nadie tiene en su imaginario una mujer cuando piensa en la lucha campesina.
¿Cómo surgió el trabajo de género dentro del FNCEZ?
Las mujeres dentro de la organización, empezamos por cuestionarnos. ¿Por qué, si éramos más mujeres, estábamos menos en los espacios de toma de decisiones? ¿Por qué, si hacíamos más el trabajo de base y todo lo más pesado de la organización, no estábamos en los espacios de dirección nacional? Se sentía en la cotidianeidad cierto machismo por parte de los compañeros, en invalidar nuestras opiniones y nuestras propuestas o en vernos solamente como objeto sexual y no como compañeras militantes.
¿Cuáles han sido las reacciones de los compañeros?
Esto ha sido, y es todavía, un proceso bastante duro, que implica mucho trabajo para nosotras porque es difícil de comprender para la mayoría de los compañeros, e incluso para muchas compañeras. El primer argumento que hubo en contra de todo el proceso organizativo de las mujeres dentro del Frente fue que éramos divisionistas, que pretendíamos sacar a todas las mujeres de la organización y armar otra. Pero es todo lo contrario: es sumar más mujeres y fortalecer las que ya estamos dentro de la organización para aportarle más al proceso, para participar de mejor manera en todas las luchas que venimos desarrollando: por la propiedad de la tierra, por el acceso a créditos, por mejorar las condiciones de los campesinos y las campesinas. Las mujeres ahora nos estamos formando más, estamos participando más en las actividades, en las asambleas. Y con esto estamos fortaleciendo la organización, no la estamos dividiendo, como se temía en un principio. Esto ya, progresivamente, se ha ido comprendiendo.
¿Cómo se ha llevado la lucha contra el machismo dentro de la organización?
Hay que desarrollar métodos, porque el enfrentamiento no es el más adecuado. Los compañeros han comprendido mucho a través del diálogo. Ha sido un proceso lento, pero se ha logrado avanzar en la medida en que nosotras hemos entendido que no hay que pelear con ellos, porque son nuestros compañeros. Entonces, hay que argumentar, y juntos estudiar, debatir. Nuestros compañeros no son nuestros enemigos. El machismo sí; pero ellos son nuestros compañeros, que tienen algunos rasgos machistas, algunos anti-valores machistas. Es distinta la metodología a utilizar.
¿Cuál ha sido la reacción de las compañeras?
Con las compañeras también es mucho el trabajo de formación, porque lo primero que se hace es negar la situación. Muchas compañeras dicen que nunca han sido víctimas del machismo, porque no es algo que se vea fácilmente. Como está tan naturalizado, aparece como algo normal. No se dan cuenta, por ejemplo, que muchos piropos son expresiones de machismo. Lo primero es visibilizar. Andamos en este proceso: problematizar y visibilizar la situación.
¿Con cuáles otros obstáculos han tenido que enfrentarse?
Es todo un reto, porque el machismo, el patriarcado, es muy arraigado, es más antiguo que el capitalismo. Entonces si ya es difícil erradicar el capitalismo y construir algo nuevo, imagínese el patriarcado, que es todavía más viejo y está más arraigado en nuestras costumbres cotidianas. Hemos peleado bastante para desmontar ese argumento de que el feminismo sea una cosa europea, o de clase alta. Porque si estamos viviendo los impactos del machismo, pues simplemente tenemos que organizarnos en contra de eso. Y esto ya es feminismo. Ha sido duro también desmontar esa palabra “feminismo” del estereotipo que trae, de “mujeres locas que quieren matar a los hombres” y ese tipo de cosas. Desmontar eso y ver que las feministas somos mujeres que luchamos por nuestros derechos: eso es todo un reto, como lo es construir este feminismo campesino, este feminismo de las campesinas, a partir de su realidad, de lo que se está viviendo.
¿Qué mensaje quieres dar para las mujeres y los hombres de los movimientos populares?
Siempre se ha dicho que lo más importante es la lucha de clases, que las demás luchas van como por añadidura, pero la historia demuestra que no es así. Tenemos que trabajar desde ahora, tod@s l@s que queremos transformar la sociedad, y esas relaciones machistas son unas de las cosas más importantes a erradicar. Hay que invitar las mujeres a atreverse, a plantear lo que les incomoda, por más que parezca que los otros se van a molestar o se van a reír. Mujer, si algo te está incomodando es porque probablemente hace parte de ese machismo que parece “normal”. Entonces, tanto como individuas, como organizaciones, como movimientos y colectivos, tenemos que plantear lo que nos está causando una molestia, y empezar a cuestionarlo.