Si Eva hubiera escrito el Génesis
¿cómo sería la primera noche de amor del género humano?
Eva hubiera puesto algunos puntos sobre las ies
quizás, digo yo, no sé
hubiera aclarado que ella no nació de ninguna costilla
que no conoció a ninguna serpiente
que no ofreció nunca ninguna manzana a nadie
y que nadie le dijo "parirás con dolor y tu marido te dominará"
y que todo eso, diría Eva, no son más que calumnias
que Adán contó a la prensa.

E. Galeano

lunes, 26 de septiembre de 2011

Un día de terror en la Maternidad

por EL CUARTO DE TULA


¡Hola Tula! ¿Cómo estás? Aquí te cuento una historia del horror, que viví hace no mucho, un par de día después de haber dado a luz a mi bebé hermoso. Tengo 21 años, y es mi primer bebé. Desde que supe que estaba embarazada, estuve investigando mucho sobre la posiblidad de parir en la casa. Hablé con varios doctores sobre los beneficios y los riesgos del parto “extrahospitalario”, como es llamado el parto en casa. Para parir en casa, me preparé en todo mi embarazo: hice ejercicios, seguí una alimentación estricta. Mi última consulta, unos días antes de dar a luz, había sido con un doctor de la Maternidad Concepción Palacios. Él me dió “el visto bueno” para parir en la casa y me contó que había todo un movimiento de medicos, medicas y obstetras, a nivel mundial, que está retomando la importancia del parto extrahospitalario. “El parto es un proceso natural, no un proceso médico. Y por eso, menos intervenga el médico, mejor. Sólo tiene que estar para intervenir en caso de necesidad.”me dijo. También me advirtió que muy pocos médicos están conciente de eso, porque muy pocos conocen los beneficios reales del parto en un ambiente cálido, cómodo y con la presencia de las personas más cercanas a la parturienta.
Pocos días después, parí en mi casa, sin problemas, con la ayuda de una partera de confianza y con la presencia de mi mamá, y nació mi hermoso bebé.
Al segundo día de haber dado a luz, me sentía muy bien pero quería hacerme un chequeo, para que me confirmaran que todo estaba bien. Me fui tempranito para la Maternidad Concepción Palacios, junto con mi bebé y mi mamá. Pero al llegar, cuando expliqué que había tenido un parto extrahospitalario y que quería hacerme un chequeo, el personal del hospital me empezó a mirar como a una loca.
Para hacerme los chequeos me hicieron esperar en una sala, junto con las parturientas, mientras mi mamá y mi bebé (de dos días de nacido) tuvieron que quedarse afuera. A las parturientas las tenían en ese salón donde hacía un frío horrible, y ellas sólo con una pequeña batica muy ligera y unas cholitas. Y a mí eso me asombró y me dolió en el alma, porque el frío te dificulta el parto. Las doctoras que entraban en la sala les hablaban de manera golpeada y desagradable, diciendoles con voz dura: “démen sus papeles, pero sólo los necesario, que a mí los recibos del mercado no me interesan así que van guardando todos esos papelitos que tienen ahí y sólo me dan los que les pido!”. Cuando le digo a la doctora que había tenido un parto extrahospitalario hace dos días, que me sentía bien y que me quería hacer un chequeo, ella me preguntó si yo tenía fiebre, y yo le dije que no, que me sentía bien, y se fue (no sin mirarme como a una loca). Me hicieron esperar un largo tiempo, y yo veía a como trataban a las embarazadas, y pensaba que hace dos días estaba en su misma situación de dar a luz pero en un ambiente cálido, con la ayuda y la cercanía de mi familia. Me daba dolor ver a como estaban ellas, solas y con frío y me puse a llorar y quise salir de ahí, a ver a mi bebé que estaba afuera, con mi mamá. Mi mamá me calmó, y yo volví a entrar en la sala. Espere un tiempo más, y al final me atendió un doctor. En la sala también estaban otras doctoras y enfermeras. El doctor me preguntó, de mala manera: “y tú, por qué estás aquí?”. Yo le expliqué con calma, que tuve un parto extrahospitalario hace dos días, que me siento bien pero que quiero hacer un chequeo. Él me mira como con odio y me dice, duro: “¡¿y por qué pariste en tu casa?! ¡¿ acaso no te dió chance de llegar hasta el hospital?!” y luego, indicando la camilla ginecológica: “¡pon los muslos aquí!” me sentí tratar como si yo fuera un pedazo de pollo. Y él seguía: “¿eres de un pueblito, como para parir con parteras? ¡Eres una ignorante y una irresponsable!”. Y yo, ahí, tendida en la camilla. Sin decirme nada, él agarra el espéculo, y me lo metió con mucha violencia: fue muy duro, muy violento y muy rústico, y me dolió mucho. ¡Yo acababa de parir hace dos días! Empecé a llorar de dolor, y me sentí violada por él con el espéculo. Llorando, miré a las otras doctoras y enfermeras que estaban alrededor de la camilla, buscando ayuda pero todas me miraban, veían lo que el doctor me estaba haciendo y no decían nada. Y él seguía hablándome duro: “¡¿sabes que tienes un desgarre de tercer grado?! ¿y que le estás hechando?” yo le cuento las instrucciones que me dió mi partera. Y él sigue: “¿¿sabes que ésto se te está pudriendo?? y que te vamos a tener que meter puntos? ¿y que te vamos a tener que hacer un curetaje? Y que vas a tener que quedar hospitalizada por los menos por tres días, y sin el bebé, así que empieza a pensar como hacer, porque tampoco va a poderlo amamantar! Y ahora tienes que hacerte un ecosonograma! ”. Y el doctor se fue. Él nunca se presentó, y nadie quiso decirme su nombre, aunque yo lo pregunté varias veces.
Despúes de él, otra doctora me examinó, pero con más delicadeza, y con ironía me preguntaba: “¿y por qué conmigo no lloras, si te estoy haciendo lo mismo que el doctor?”. Y me decía que el ecosonograma mostraba que había restos de placenta y que tenía que quedar hospitalizada por lo menos por una semana, y cómo era posible que yo hiciera eso, que tenía suerte porque todo estaba mal. Luego entró otra doctora, y la que me estaba haciendo el eco le dijo: “mira, ésta es la del parto extrahospitalario”. Y la doctora recién entrada también me examina, y dice: “pero está muy bien, por tener dos días de haber dado a luz!” y la otra la manda a callar, pero la doctora recién entrada sigue: “lo que tienes es un desgarre muy leve, no tienes nada, y eso sana sólo. No amerita puntos. Los restos de placenta que tienes son normales y se van a salir solos.” Y me dijo que no había ninguna infección: de hecho, yo no tenía fiebre.
¡En ese momento me dí cuenta de que me habían estado mintiendo todo el tiempo, haciendome psicoterror!
Luego la primera doctora siguió con ese psicoterror: “tienes que esperar que salgan los resultados de los exámenes de sangre, a ver cuánto tiempo tienes que quedar hospitalizada.”
Mientras esperaba a que salieran los resultados, estuve averiguando para el registro del nacimiento de mi hijo, en otra parte del hospital. Y ahí, el personal me decía: “¡Ah, tú eres la del parto extrahospitalario!” como si lo hubiera sabido toda la Maternidad.
Cuando, a las seis de la tarde, me dieron los resultados de los éxamenes de sangre, llamé por teléfono a una doctora amiga de familia, y se los leí. Y ella me dijo que estaban bien, sólo tenía ligeramente altos los globulos blancos pero que eso era normal.
Pero, al mostrar los resultados a la doctora de la Maternidad, volvió el psicoterror: que yo tenía los globulos blancos demasiado altos y que me tenían que hospitalizar, por quince días porlomenos (cada vez aumentaba el número de días en que me iban a hospitalizar).
A este punto llamo a mi partera, y ella me tranquiliza, me dice que es normal lo de los glóbulos blancos, es normal lo de la placenta, y que siguiendo las instrucciones que ella me había dado, todo iba a salir bien.
Sin esperar más, no me dejé hospitalizar sin razón, no dejé que me hicieran nada y me fui para mi casa, con la sensación de haber pasado el peor día de mi vida. Yo, y mi pobre bebé también, porque no pudo comer en todo el día, ya que me hicieron estar dentro del hospital de las 10 de la mañana hasta las 6.30 de la tarde para esperar a los resultados, sabiendo que afuera estaba mi bebé recién nacido. Yo sufrí: me hicieron psicoterror, violentaron mis partes, me separaron del bebé a pesar de que es primordial el contacto entre madre y bebé recién nacido. Yo sufrí, y mi bebé también, porque no lo podía amamantar, estando yo alterada, temblando de rabia y de dolor por la violación con el espéculo. Fue horrible.
Al salir de eso, quise olvidarlo y disfrutar el compartir con mi bebé, y no pensar en todo lo malo que me hicieron ese día. Y ahora estoy reafirmada en mi opinión: que parir en la casa es lo mejor, si las condiciones son aptas.
La Maternidad Concepción Palacios tiene instalaciones de primera, sillones para que las parturientas se sienten más cómodas, un ambiente limpio y todo muy bien equipado. Pero la atención es del horror. Yo, antes, ni sabía que existía eso de la violencia obstétrica. Ahora que lo sé, siento que es necesario denunciarlo. ¿Qué puedo hacer?
Un abrazo,
Belinda Graterol.”


Querida Belinda,
con qué dolor leí tu relato. Eso no debería existir en ningún lugar del mundo, y menos en un país como Venezuela donde se trabaja a diario para la construcción del “buen vivir”. Porque a la base de un buen vivir, tiene que estar un “buen nacer” y un “buen parir”, en el que se respeten los derechos humanos.
El embarazo y el parto son procesos naturales, pero en los últimos 50 años son tratados como “enfermedades” y que como tales, sólo pueden ser atendidos por equipos de salud. Las mujeres parturientas dejan de ser protagonistas de su propio parto y se vuelven “pacientes”.
También los partos son vistos como una “producción en serie”, donde a las mujeres se les atiende una tras otra como piezas de una cadena de producción, sin importa como se sienten. Son sometidas a unas prácticas de rutina, como la episotomía (el “cortecito”) que se hace a todas cuando en realidad es controindicada en la gran mayoría de los casos. No pueden caminar, no comen, las aislan de sus familiares, le dan medicamentos para acelerar el parto. Sólo pueden parir acostadas, en una posición innatural para el parto.
Otras veces, el parto es visto como un negocio, como en las clínicas donde te hacen cesarías aunque no lo necesites, porque “son más rápidas” y les permiten cobrarle más al Seguro.
Hace unos años se está tratando de impulsar en Venezuela el “parto respetado” o “parto humanizado” (o re-humanizado), pero las prácticas violentas y de eccesiva medicalización son tan arraigadas que la situación no va a cambiar de un día con otro. Tampoco va a cambiar sólo con una remodernización de las instalaciones de la Maternidad.
En realidad, es un derecho de la mujer parir adónde se sienta más segura, y con la menor intervención médica posible, “...para una mujer de bajo riesgo, esto puede ser en la casa, en una maternidad pequeña o quizas en una gran maternidad de un gran hospital.[...]Para que un parto domiciliario sea atendido correctamente, sólo se necesitan unas mínimas preparaciones: que haya agua limpia, que la habitación tenga temperatura óptima, que haya ropa y toallas calientes para arropar al recién nacido y mantenerlo caliente, y que haya facilidades de transporte en caso de necesidad.” (Organización Mundial de la Salud, Cuidado del parto normal: una guía práctica, 1996).
Tú no sólo viviste violencia obstétrica y ginecológica, sino también violencia psicológica e institucional, todas incluidas en la “Ley Orgánica Sobre el Derecho de la Mujer a una Vida Libre de Violencia”. Tienes el derecho de denunciar lo que te pasó, también para que se tomen medidas más fuertes para que eso no se vuelva a repetir.
Para denunciar eso, tienes que ir a la Fiscalía General de la República, en la oficina de Atención a la Víctima, en la Avenida Urdaneta. Puede ser útil de que vayas con una constancia o un informe del médico que te había dado el visto bueno para parir en la casa considerando las condiciones higienicas y sanitarias, la presencia de la partera y la facilidad de transporte en caso de necesidad.
También es importante recordar que puedes llamar al 0-800-MUJERES o 0-800-6853737, la línea telefónica gratutita que a nivel nacional brinda asesoramiento en cualquier caso de violencia de género.
No te quede callada, no estás sola. Un fuerte abrazo,
Tula


escribe a: elcorreodetula@gmail.com