Si Eva hubiera escrito el Génesis
¿cómo sería la primera noche de amor del género humano?
Eva hubiera puesto algunos puntos sobre las ies
quizás, digo yo, no sé
hubiera aclarado que ella no nació de ninguna costilla
que no conoció a ninguna serpiente
que no ofreció nunca ninguna manzana a nadie
y que nadie le dijo "parirás con dolor y tu marido te dominará"
y que todo eso, diría Eva, no son más que calumnias
que Adán contó a la prensa.

E. Galeano

martes, 23 de agosto de 2011

Una carta para Tula sobre el derecho al aborto

Querida Tula,

te escribo para contarte mi historia, que es una historia que no me pertenece sólo a mí, ya verás por qué, y por eso siento la necesidad de compartirla. Espero que la puedas publicar.

Hace unos meses, con mi pareja concordamos que nos hubiera gustado “embarazarnos” (y digo así, ya que las cosas se hacen de a dos). Hasta ese momento, nos habíamos cuidado ambos, en nuestra relación así como en relaciones anteriores; esto era nuestro primer intento. Y el intento resultó. Despúes de poco más de un mes, con mucha emoción, hice el primer ecosonograma. Estaba sola, pues mi pareja no me pudo acompañar. El doctor fue muy amable, iba explicando lo que se veía en el monitor. “¡Qué lindo!” pensé. El doctor me preguntó: “¿es su primer eco?” y yo, toda emocionada “sí, por qué?”, y él: “Por qué son dos. ¿Hay morochos en su familia?”.

Y aquí se me vino el mundo abajo, y empecé a llorar. En este momento, mi pareja y yo no tenemos condiciones para atender a las necesidades de dos pequeños seres, así de un solo golpe. No tenemos ni las condiciones económicas ni las condiciones de apoyo familiar: mi familia vive muy lejos, y la de mi pareja tampoco vive muy cerca. Trabajamos en el sector informal, nadie nos va a garantizar fuero maternal (el fuero paternal ni existe, en la actual ley del trabajo). De los dos, soy yo la que tiene ingresos menores, así que ya veía pintada mi situación futura: sola, en la casa, atendiendo a dos bebés, mientras mi pareja trabajaría el doble afuera da la casa; tendríamos menos tiempo de compartir todos juntos; seguro habría frustración de mi parte por tener que dejar todo lo que hago, que me gusta y me nutre y me da independencia económica. (De repente hasta sentiría rabia hacia mi pareja, a pesar de reconocer racionalmente que lo que está malo no es él, sino el sistema, aún capitalista y patriarcal.) En pocos minutos, mi deseado embarazo se tornó indeseado. Al contar el responso del eco a mi pareja, ya el desespero fue doble. Decidimos interrumpir el embarazo.

Desde hace años participo en la lucha para el derecho de las mujeres a decidir sobre su proprio cuerpo, pero, la verdad, nunca pensé que algún día me iba a tocar a mí. Pero así como los métodos anticonceptivos fallan, puede fallar también nuestra “planificación familiar”.

¡OJO! No estoy contando esto para justificarme, pues siento que no necesito justificarme ante nadie. Se trata de una decisión mía personal, sobre mi cuerpo y sobre mi vida. Escribo los detalles para que la gente entienda que soy una persona en carne y hueso, que conmigo te cruzas en la calle, o en el metro, o en una marcha; que soy tu vecina, tu compañera de la escuela o del trabajo, o tu amiga de la infancia, tu hija o tu sobrina.

Lo cuento porque no soy la única, y por eso digo: esta historia no es sólo mía. Cambian los detalles, los contextos, las razones, pero todas estas historias en realidad son una sola.

Lo cuento porque generalmente lo callamos: porque la gente se permite juzgarnos sin estar en nuestros zapatos y nos discrimina.

Y (talvez, sobretodo) lo callamos porque el actual código penal lo sigue catalogando como crimen. Porque es punible por ley, lo callamos, pero no por ser ilegal, dejamos de abortar. La consecuencia más grave de que el aborto sea ilegal, es que nos toca hacerlo de manera clandestina e insegura. Se vuelve más peligroso porque para eso no tenemos algun tipo de acompañamento médico; y esto vale sobretodo para nosotras las mujeres de las clases más bajas, que no podemos ir a una clínica a “operarnos de la apéndiz”. En la mayoría de los casos tenemos que enfrentarlo solas. Al llegar al hospital con un aborto incompleto o con una hemorragia por un aborto mal practicado se nos discrimina, se nos maltrata, se nos amenaza. Por miedo de todo eso y de que nos denuncien, dejamos de recurrir a la ayuda médica cuándo necesaria, y simplemente nos morimos.

Es un problema de salud pública, pero no se reconoce como tal.

A veces nos mandan a callar “porque no conviene hablar de eso”, porque hay politiqueros disfrazados de revolucionarios que “reconocen que es una lucha importante pero no la pueden apoyar ahora porque perderían votos”.

Una amiga me contó que su madre, superconservadora y muy religiosa, no dudó en apoyarla en una interrupción de embarazo cuando éste, por razones de salud, estaba poniendo en peligro la vida de su hija (es decir, mi amiga). Otra compañera me contó que siempre había estado en contra del aborto, hasta que un día, participando en una mesa de debate sobre cuerpo y sexualidad, se creó una empatía muy fuerte entre las mujeres que estaban en la mesa, y cada una empezó a contar su historia de vida. Al escuchar los relatos de algunas compañeras que en pasado habían decidido interumpir un embarazo, y que lo habían tenido que hacer en condiciones clandestinas e inseguras, ella entendíó, y decidió sumarse a la lucha para un aborto legal, seguro y gratuito. Talvez un posible aporte venga de esto: de la empatía humana. No nos quedemos calladas.

Un abrazo

Bárbara”



¿Qué más puedo agregar, después de leer esta carta? Talvez reportar unos datos, recopilados por organizaciones que se ocupan de salud sexual y reproductiva:

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En América Latina y el Caribe, cada año hay 4 millones de abortos clandestinos, y 6.000 mujeres mueren anualmente por esto.
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El aborto inseguro es una de las mayores causas de la mortalidad materna en el mundo: en media, cada año mueren 80.000 mujeres por complicaciones del aborto inseguro. Se estima que en Venezuela el 60% de la mortalidad materna se debe a abortos realizados en condiciones de riesgo.
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En los países donde el aborto ha sido legalizado y es seguro y gratuito, eso no ha comportado un aumento de los abortos (entre otros, Cuba), ya que viene acompañado de programas integrales de educación sexual que previenen los embarazos no deseados.

La salud es un derecho, y ser madre debería ser una elección, no un destino inevitable. Para eso se hacen imprescindibles: la educación sexual (garantizar el conocimiento, para poder tomar decisiones sobre sexualidad y reproducción); el fácil acceso a los anticonceptivos (para evitar embarazos no deseados y por ende evitar abortos);- el aborto legal, seguro y gratuito (para garantizar el derecho de las mujeres a la vida y a la salud, para no ser discriminadas, para evitar lesiones permanentes. Para no morir. )

Por mientras, agradecemos la valiente y muy importante labor de la gente de la Línea Aborto Seguro (0426 1169496) que garantiza el derecho a la información a las mujeres que decidan abortar, y eso hace que se sientan menos solas, y menos en riesgo.


Tula


Escribe a elcorreodetula@gmail.com